miércoles, 6 de marzo de 2013

Historia de Villa Insuperable

El presente texto fue publicado en la Carta Informativa de la Junta de Estudios Históricos del Partido de la Matanza, Universidad Nacional de la Matanza, ISSN-1852-2483, dirigido por la Dra. Hilda Agostino.



Para mas información sobre Villa Insuperable y su historia recomiendo:

www.http://villainsuperable.blogspot.com.ar/


Introduccion


Villa Insuperable es un barrio del partido de la Matanza, que quedo comprendido dentro de la ciudad de La Tablada, en 1955, cuando se conformaron las distintas localidades de nuestro partido, a pesar de la identificación de la zona, y el intercambio de relaciones económicas, sociales, e interpersonales, que la unían con Lomas del Mirador (este barrio, perteneciente a Ramos Mejía, logro conformarse como localidad en la década de 1980).
Según planos catastrales de fines de siglo XIX y principios de siglo XX, son muchos los barrios que conformaron esta zona, y quedando solo algunas manzanas  como la zona fundacional de Villa Insuperable. El resto de los barrios: Villa Ansaldi, Villa Industrial, Villa Sahores , fueron asimilados paulatinamente conformando hoy un solo bloque urbano, aunque todavía podemos identificar distintos intra barrios, que, por sus características especificas, se clasifican en:

Población
Características urbanas
Origen de la población
Villa Insuperable
Casas individuales, edificación tradicional.
Particular. Conformado por el loteo del Sr. Pedro Daubert (el casco fundacional), aunque paulatinamente, absorbió los loteos de la familia Carrara, Vasallo y posteriormente a Villa Ansaldi.
Villa Ansaldi
Casas individuales, edificación tradicional.
Particular. Conformado por el loteo de Esteban Ansaldi y su sucesoria. Este barrio, que logro tener instituciones propias fue absorbido por el casco Fundacional.
Las Antenas (incluye el barrio conocido como de Los Paraguayos)
Asentamiento de emergencia.
Familias provenientes del norte argentino (Santiago
del Estero, La Rioja, Corrientes) así como de países limítrofes (Paraguay y Bolivia).

Si bien es difícil demarcar el perímetro de comprende un barrio, podemos esbozar el siguiente perímetro: Av. General Paz, Salcedo, Av. San Martin y Av. Crovara.


Antecedentes del territorio


Si nos remontamos 500 años atrás, los pobladores de estas tierras eran los Querandíes (hombres con grasa). Esta  fue la denominación que los guaraníes le dieron a los indígenas conocidos como pampas (en este sector se encontraba la parcialidad conocida como Queranides), debido a que en su dieta cotidiana, consumían carne y despedían olor a grasa animal porque también utilizaban sus cueros para abrigarse.
El cronista y viajero Ulrico Schmidl lo explicaba así:
“También emplean unas bolas de piedra aseguradas a un cordel largo; son del tamaño de las balas de plomo que usamos en Alemania. Con estas bolas enredan las patas del caballo o del venado cuando lo corren y lo hacen caer.”[1]
Según narran los historiadores, este pueblo ocupaba una amplia zona, comprendida por los actuales territorios de la provincia de La Pampa, el centro-sur de Córdoba y Santa Fe (margen derecha del río Paraná) y Buenos Aires.
Por su parte Ruy Díaz de Guzmán, quien fuera el primer narrador nacido en estas tierras que escribió sobre la región, nos relataba:
 “[...] en los llanos que van continuando a Buenos Aires, a donde hay desde la boca de este río otras 20 leguas: es toda aquella tierra muy llana; los campos tan anchurosos y dilatados, que no hay en todos ellos un árbol: es de poca agua, y de mucha caza de venados, avestruces y gran suma de perdices, aunque de pocos naturales; los que hay son belicosos, grandes corredores y alentados, que llaman Querandíes: no son labradores, y se sustentan de sola caza y pesca; y así no tienen pueblos fundados ni lugares ciertos, más de cuanto les ofrece la comodidad de andar de ordinario esquilmando los campos”.[2]

Con la conquista de América, España comenzó a designar beneficiarios para la ocupación de estos territorios. Luego de la primera fundación de Buenos Aires, es Juan de Garay quien reparte y adjudica las tierras.
Estas fracciones se ofrecían por merced real a los lugartenientes más destacados, o a los adelantados que demostraban “buena conducta” con sus reyes.
En el año 1615 el Gobernador Capitán General del Río de La Plata y Paraguay, Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias), hace merced real, entregándole gratuitamente al conquistador español Pedro Gutiérrez una chacra compuesta de 600 varas de frente por una legua de fondo[3].
La instalación de españoles en estas tierras, conformo una nueva lógica espacial: ciudades en forma de damero (tablero de dama), y extensiones agrícolas anexas. Así se conformo la Ciudad de Buenos Aires, y se fue ocupando lo que hoy es el conurbano bonaerense con propiedades de producción agrícola ganadera. Estas chacras o chacaras  (voz quechua, desconocida en España pero ampliamente difundida en Argentina y otros países latinoamericanos,  que significa alquería o granja) fueron luego pasando de mano en mano, ya sea por sucesión o venta.
Tras la ocupación, este territorio comenzó a pertenecer al Virreinato del Perú (allí se encontraba el metal precioso deseado por los españoles), por lo que Buenos Aires era un puerto de segunda categoría, que se utilizaba para el contrabando entre otras funciones, pero entre 1776 y 1777 el virreinato sería dividido y se crearía el Virreinato del Río de la Plata, con centro en Buenos Aires, por lo que esta zona ganaría mayor importancia.
El nuevo dueño de esta zona, Pedro Gutiérrez, fue tesorero de la Real Hacienda, corregidor y alcalde de primer voto. Entre 1615 y 1618 fue Teniente General de la Gobernación. Casado con Mayor Humanides de Molina, fue padre de cinco hijos. Si bien no hay registros escritos sobre si la familia Gutiérrez habitó la zona o solamente la usufructuaba como chacra (Los primeros terratenientes vivían en la zona aledaña al puerto), fueron los primeros en construir una vivienda, en el lugar que hoy ocupa el Mercado Central de Buenos Aires.
Luego de casi dos siglos de ventas y transferencias, en el año 1776 compra esta propiedad Martín José de Altolaguirre, quien provenía de una conocida familia colonial, y era un destacado agrónomo, por lo que utilizó la chacra para realizar varios experimentos sobre agronomía. En aquélla época no existían alambrados, por lo que para aprovechar sus tierras, mandó levantar montículos o tapias de tierra[4] y plantas de cactus. Estas tapias formaban paredes que dividían su tierra en potreros. Esta innovación hizo que se conociera desde entonces a la chacra, como “Los Tapiales de Altolaguirre”[5]


El 25 de octubre de 1808, ante el Escribano Mariano García de Echaburu, Martín José de Altolaguirre, otorga escritura de venta de la chacra a favor de Francisco Ramos Mexía casado con Doña María Antonia Segurola. Contaba la misma con 3600 varas de frente por tres leguas de fondo, y abarcaba desde lo que hoy es el Río Matanza, formando una franja casi rectangular hasta llegar a lo que hoy es Palomar[1].


Tras la muerte del matrimonio de Don Francisco Ramos Mejía y María Antonia Segurola de Ramos Mejía, en 1860 realizan la sucesión y dividen la propiedad entre los 4 hijos vivos: Marta Ramos Mejía de Madero, Magdalena Ramos Mejía de Elia, Matías Ramos Mejía y Ezequiel Ramos Mejía. A este último se le adjudico el sector que conforma Villa Insuperable.


[1]          Pico José María, “Los Tapiales”, Revista Todo es Historia, Director: Félix Luna Nº 239, abril 1987.



[1]   Schmidl, Ulrico, “Viaje al Río de la Plata.”, Nuevo Siglo, Buenos Aires, 1995
[2]   Ruy Díaz de Guzmán, “La Argentina, Estrada, Buenos Aires, 1943.
[3]   Mensura Nro. 60, Dirección de Geodesia y Catastro de la Pcia. de Buenos Aires, 1860.
[4]   Tapias: Tierra apisonada en un encofrado que se usa hasta el siglo XIX, técnica de tradición musulmana traída del sur de España. Moreno Carlos, Patrimonio de la Producción Rural, Buenos Aires 1998.
[5]   Pico, José María, “Los Tapiales”, Revista “Todo es Historia”, Director: Félix Luna, nro. 239, Abril de 1987

Nuestro país se "moderniza"


Luego de la Revolución de Mayo, la independencia y las guerras internas, se logra la conformación del Estado Argentino. Nuestro país había nacido con un desarrollo desigual, con injusta distribución de la riqueza, diseñado y hecho a medida de los propietarios de las tierras, quienes proyectaron una estructura agro exportadora, insertando a nuestro país en la división internacional del trabajo, con una fuerte relación de dependencia tanto a Gran Bretaña como luego a EEUU.
La familia Ramos Mejía formaba parte de esa oligarquía local: no solo eran terratenientes y empresarios, sino que ocupaban cargos de poder en algunas empresas y en el gobierno[1]: las elecciones de 1880 consagraron como Presidente de la Nación Argentina a Julio Argentino Roca y como vicepresidente justamente a Francisco Bernabé Madero, quien estaba casado con Marta Ramos Mejía, hija de Francisco.
Esta nueva estructura económica, política y social, comprendía una nueva lógica espacial: las antiguas y extensas chacras coloniales, dieron lugar a explotaciones agrícola menores.
Muchos historiadores llaman a este periodo “El liberalismo conservador”, o “La Argentina Moderna”, por las grandes transformaciones políticas, económicas y sociales que se produjeron[2]. Una de estas transformaciones fue justamente el traslado del Matadero municipal, de la zona de Parque de los Patricios a su actual ubicación (lejos de los centros poblados en aquel entonces).
Esta mudanza, sumado a una nueva organización del espacio, dará origen a numerosos barrios en la corona periférica. Según explica Bertune[3], las tierras cercanas a la ciudad se encontraban en un  proceso de transición: “La primitiva suerte o chacarita colonial […] ya era antieconómica y cedía paso a pequeñas quintas con extensiones oscilantes entre una y veinte hectáreas”[4].
Fue así que los descendientes de la familia Ramos Mejía (entre ellos Ezequiel Ramos Mejía) comienzan a fraccionar y vender su parcela, instalándose explotaciones agrícola-ganaderas de menor extensión, y dando origen a la instalación de los primeros habitantes en la segunda mitad del siglo XIX:
1)    José Carrara, que le compraría su fracción al mismo Ezequiel Ramos Mejía en 1894, y mantendría la misma en su familia hasta que, en 1916, tras la sucesoria (entre los que se encuentra su hijo Fortunato Carrara), rematan la facción destinando dicho remate a propietarios particulares.
2)    Nicolás. Vasallo, quien, según censo de 1859 vivía en esta zona junto a su familia, la cual explotaba como producción agrícola.
3)    En 1888 compra su fracción el Sr.  Pedro Daubert  a los Sres.  Davidson Ernesto y Puente José. Posteriormente esta fracción caería en manos de Peñatya de cuyo loteo se conforma el casco fundacional de Villa Insuperable.
4)    Ángel Rebotaro y sucesión.
5)    Ansaldi Esteban, compra a Pamparro Juan en 1889.
6)    Guzmán y CIA. le compra a Belgrano Arturo en 1890 y sufre sucesiones y venta.
7)    Pfeifer, que compra su fracción a José Silveyra, quien fuera el constructor del mirador de Santa Lucia, casco de estancia que daría nombre a Lomas del Mirador.
Estos pioneros, instalaron en la zona numerosos hornos de ladrillo, quintas y explotaciones agropecuarias menores, y algunos de ellos, comenzaron a vivir en sus propiedades, tal como lo muestra el censo de 1896, cuartel III partido de Matanzas, en el cual podemos encontrar a la familia Carrara y la familia Vasallo.





[1]          Ramos Mejía Enrique, “Los Ramos Mejía, apuntes históricos”, Editorial Emece, Buenos Aires, 1988.
[2]          Romero José Luis, “Las ideas políticas en Argentina”, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2001.
[3]          Bertune Fatgala Mirta Natalia, “El antiguo partido de la Matanza (1778-1821)”, Colección La Matanza, mi lugar, Nro. 4, Dirección Hilda Agostino, CLM, Ramos Mejía, 2009.
[4]          Cunietti Ferrando, Armando J., “De la chacra al pueblo. Prehistoria de San José de Flores”, En: Historia de la Ciudad. Una revista de Buenos Aires, Año VII, Nº 36, citado en Bertune Fatgala Mirta Natalia, “El antiguo partido de la Matanza (1778-1821)”, Colección La Matanza, mi lugar, Nro. 4, Dirección Hilda Agostino, CLM, Ramos Mejía, 2009.

El "nacimiento" del barrio


El concepto de barrio, posee una raigambre netamente urbana: el barrio es urbano, ajeno a lo rural. Si bien los actuales barrios se conformaron por el loteo de las chacras, estancias y campos de diversos propietarios desde mediados de siglo XIX hasta mediados de siglo XX (periodo en el que se dan mayor cantidad de loteos en el primer y segundo cordón del conurbano), en sus comienzos, estos nuevos núcleos humanos, eran de características rurales. Según el historiador Fernando Barba, nos encontramos con la categoría “pueblo” cuando el núcleo poblacional cumplía con la normativa establecida por la provincia de Buenos Aires: subdivisión en cuadricula, terreno para plaza y donación de lotes para la policía, iglesia, escuela y eventual municipalidad[1]. Lo que plantea Agostino, es que, si se considera pueblo al núcleo que cumplía con dicha normativa, ¿cómo podemos clasificar al que se había formado sin ellas? En este caso, Hilda Agostino[2], plantea entonces denominar a estos núcleos poblacionales, como “poblados”. Pero estos poblados, nacidos algunos como conjunto de casas en medio de un contexto rural, conformaron redes sociales reciprocas, lo que dio origen a las distintas instituciones, las que a su vez, saldaron las necesidades que la zona pedía: escuela, policía, asfaltos, etc. Así, los poblados, ganaron su característica urbana, transformándose así, paulatinamente, en los barrios de hoy día.
Pero estos pobladores, a quienes los une un determinado territorio, también comienzan a compartir todo tipo de relaciones: “Determinado tipo de relaciones sociales, amistosas, de solidaridad, ayuda mutua y proximidad... relaciones primarias e informales, que terminan conformando una red de relaciones colectivas, solidarias, próximas y homogéneas[3]
Para poder enunciar entonces el “nacimiento” de un barrio, es necesario definir qué se entiende por tal. Diversos autores han tratado de definir el espacio local (Tisdale, Claval, Tonnies, Hagget, etc.[4]), aunque en sus definiciones plantean casi siempre los aspectos físicos o jurídicos de dicho termino.
Para la Real Academia Española, un barrio es: 1. m. Cada una de las partes en que se dividen los pueblos grandes o sus distritos. 2. m. arrabal (afueras de una población). 3. m. Grupo de casas o aldea dependiente de otra población, aunque estén apartadas de ella.

¿Pero existe una manera cuantitativa de establecer un barrio? ¿Se puede medir cuantos pobladores, cuantas casas o manzanas lo componen?
En el caso del partido de La Matanza, diversos investigadores han tomado dos criterios para determinar cuando nació el poblado que dio origen al barrio:

a)    La fecha de instalación de una estación ferroviaria (tomando como base la idea de que el ferrocarril fundó pueblos tras su paso).
b)    El fecha del loteo primigenio (que dio origen a la instalación de los pobladores pioneros).

Estas dos posturas, que bien podrían ser útiles para su fin, quedan anuladas en dos casos locales: el de Villa Madero (cuya estación férrea se  inaugura en 1907 pero existía una población con comercios y escuela previos a esa fecha), y el caso de Tapiales, que si bien se lotea a comienzos de 1906, y dicho loteo es publicitado en la revista “Caras y Caretas” para incentivar a la gente a comprar lotes e instalarse, los pobladores recién lo hacen en 1908 (y se instalan al año siguiente) por lo que en sus primeros años no poseía población estable de ningún tipo.
Tomando estos casos proponemos la pauta que define al espacio local, no solo como un territorio loteado y demarcado físicamente, sino también y principalmente como el espacio vivido, el cual, los grupos sociales se lo apropian y lo hacen suyo. Esta apropiación, esta nueva valorización del suelo posee dos perspectivas: la material (de la que veníamos hablando) y la simbólica. El autor Gilberto Giménez[5]  plantea que el territorio no es un “dato” preexistente, sino un producto social.
Tomando en cuenta ese aspecto, el simbólico, agregamos una tercera opción, la de tomar la existencia de una entidad de bien público o escuela, creación colectiva de un grupo de personas que toman conciencia de su unidad o se identifican con ella.
Citando el trabajo realizado por la ONU (Organización de las Naciones Unidas), documento dedicado al Desarrollo de la Comunidad en Zonas Urbanas[6], donde plantea el concepto de “barrio” como una realidad previa a la existencia de los centros vecinales. Por lo que, la mera fundación de uno de estos centros, indicarían la existencia previa del barrio mismo.
Gilberto Giménez, por su lado expone que:
“Podemos convenir que el barrio es un espacio conocido, familiar, donde se reconocen relaciones de solidaridad, asociadas al afecto y al desarrollo del lugar, y a la propia vida de sus habitantes. El barrio es la representación del espacio donde el habitante de la ciudad referencia sus actividades.”[7]

Estos núcleos urbanos, que dieron origen a las actuales localidades, fueron resultado de un largo proceso de formación que comenzó a mediados de siglo XIX, cuando las antiguas chacras coloniales, de grandes extensiones, fueron fraccionadas en parcelas, que dieron origen a explotaciones agrícolas menores, las cuales, entre fines de siglo XIX y principio del XX, tras una nueva subdivisión de la tierra, originaron parcelas de características urbanas residenciales, mediante la creación de manzanas.
Éstas (fracciones de aproximadamente 100 m x 100 m) estaban rodeadas por calles que pertenecían al dominio público del estado y normalmente estaban libradas al uso público.
De esta forma se fueron instalando particulares, los que al apropiarse del espacio, no sólo físicamente, sino simbólicamente, dieron origen a los distintos barrios.
La idea de espacio está necesariamente ligada a la de territorio. Según Hoffmann[8] el territorio es un “espacio vivido” por los grupos sociales particulares, quienes se lo apropian, lo hacen suyo, y con ello, pasa a formar parte de su singularidad cultural, es decir de su identidad, de aquello que los diferencia de los “otros”. Al hacer esto, el espacio se convierte en un elemento constitutivo de la organización social y la forma de pensar de hombres y mujeres, y no en un receptáculo inerte.[9]
Según Ángel Prignano[10] en el sentido tradicional, el barrio es ese “suelo” en que se ha nacido, donde ha transcurrido la infancia, o donde se ha vivido toda la vida.
Escribió Rodolfo Kush:
Detrás de toda cultura está siempre el suelo. No se trata del suelo puesto casi como la calle Potosí en Oruro o Corrientes en Buenos Aires, o la pampa, o el altiplano, sino que se trata de un lastre en el sentido de tener los pies en el suelo, a modo de un punto de apoyo espiritual, pero que nunca logra fotografiarse, porque no se lo ve.”[11]
Kush plantea al suelo no como espacio geográfico, sino como espacio simbólico, dándole un significado muy amplio, en donde lo geográfico, lo social y cultural quedan incorporados.
Cultura supone entonces un suelo en el que obligadamente se habita. Y habitar un lugar significa que no se puede ser indiferente ante lo que aquí ocurre.”[12]

Por eso, los habitantes que pudieron instalarse en esta zona, y conformaron en ella “su lugar”, en el cual desarrollaron sus vidas, sus actividades económicas y sociales, etc., dieron “nacimiento” al primitivo barrio.

En general, estos barrios formados por primitivos loteos, tomaban el nombre que el rematador les adjudicaba, el de la familia propietaria, o el de la estancia o chacra loteada. Según Vapñarsky Cesar, un barrio es la porción de localidad simple que tiene un nombre propio, sea este oficial u oficioso, usado con o sin algún término antepuesto como barrio, villa, estación, pueblo, etc.[13]


[1]   Barba Fernando, “En torno a la fijación de las fechas de fundación de los pueblos y partidos de la provincia de Buenos Aires”, Revista del Instituto y Archivo Histórico de Morón, Nro. 9, Abril 1996.
[2]   Agostino Hilda, “Las fechas fundacionales en la historia del partido de La Matanza, Carta Informativa de la Junta de Estudios Históricos del Partido de la Matanza, Junio 2011.
[3]   Gravano Ariel, “El barrio en la teoría social”, Espacios editorial, Buenos Aires, 2005.
[4]          Gravano Ariel, “El barrio en la teoría social”, Espacios editorial, Buenos Aires, 2005.
[5]          Giménez Gilberto, “Identidades Sociales”, Conaculta, México, 2009.
[6]          ONU, “Desarrollo de la comunidad en zonas urbanas”, Washington, 1963, citado en Gravano Ariel, “El barrio en la teoría social”, Espacio Editorial, Buenos Aires, 2005.
[7]          González Lidia, Paredes Daniel, “La construcción del espacio barrial”, publicación del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, Cuaderno Nº 6, “Buenos Aires, voces al Sur, construcción de identidades barriales”, Buenos Aires, 2006.
[8]          Hoffmann, Odile, "Tierras y territorio en Xico", Gobierno del Estrado de Veracruz, Colección V Centenario, núm. 16, 1992.
[9]          Velázquez Emilia, "El territorio de los Popolucas, transformaciones en la organización y apropiación del espacio", Relaciones 87, Volumen XXII, México, 2001.
[10]       Prignano Ángel, “Barriologia y diversidad cultural”, Editorial Ciccus, Buenos Aires, 2008.
[11]       Kusch, Rodolfo, “Geocultura del Hombre Americano”. Ed. Fernando García Cambeiro. Bs..As. 1976
[12]       Kusch, Rodolfo, “Geocultura del Hombre Americano”. Ed. Fernando García Cambeiro. Bs..As. 1976
[13]       Vapñarsky Cesar, “La aglomeración Gran Buenos Aires”, Eudeba, Buenos Aires, 2000.

A modo de cierre


El loteo y la posterior instalación de los primeros vecinos particulares, y el nucleamiento de los mismos en las primeras instituciones de la zona: Sociedad de Fomento de Villa Insuperable (hoy  existente como Club Villa Insuperable), y la Sociedad de Fomento de Villa Ansaldi (conocida como la cueva del chancho, hoy inexistente), conformarían la identidad de esta población, con más de 100 años de historia.