Si nos remontamos 500 años atrás,
los pobladores de estas tierras eran los Querandíes (hombres
con grasa). Esta fue la denominación que
los guaraníes le dieron a los indígenas conocidos como pampas
(en este sector se encontraba la parcialidad conocida como Queranides), debido a que en su dieta cotidiana, consumían carne y
despedían olor a grasa animal porque también utilizaban sus cueros para
abrigarse.
El cronista y viajero Ulrico Schmidl lo explicaba así:
“También emplean unas
bolas de piedra aseguradas a un cordel largo; son del tamaño de las balas de
plomo que usamos en Alemania. Con estas bolas enredan las patas del caballo o
del venado cuando lo corren y lo hacen caer.”[1]
Según narran los historiadores,
este pueblo ocupaba una amplia zona, comprendida por los actuales territorios
de la provincia de La Pampa, el centro-sur de Córdoba y Santa Fe (margen
derecha del río Paraná) y Buenos Aires.
Por su parte Ruy Díaz de Guzmán, quien fuera el primer
narrador nacido en estas tierras que escribió sobre la región, nos relataba:
“[...] en los llanos que van continuando a
Buenos Aires, a donde hay desde la boca de este río otras 20 leguas: es toda
aquella tierra muy llana; los campos tan anchurosos y dilatados, que no hay en
todos ellos un árbol: es de poca agua, y de mucha caza de venados, avestruces y
gran suma de perdices, aunque de pocos naturales; los que hay son belicosos,
grandes corredores y alentados, que llaman Querandíes: no son labradores, y se
sustentan de sola caza y pesca; y así no tienen pueblos fundados ni lugares
ciertos, más de cuanto les ofrece la comodidad de andar de ordinario
esquilmando los campos”.[2]
Con la conquista de América,
España comenzó a designar beneficiarios para la ocupación de estos territorios.
Luego de la primera fundación de Buenos Aires, es Juan de Garay quien reparte y
adjudica las tierras.
Estas fracciones se ofrecían por
merced real a los lugartenientes más destacados, o a los adelantados que
demostraban “buena conducta” con sus reyes.
En el año 1615 el Gobernador
Capitán General del Río de La Plata y Paraguay, Hernando Arias de Saavedra
(Hernandarias), hace merced real, entregándole gratuitamente al conquistador
español Pedro Gutiérrez una chacra compuesta de 600 varas de frente por una
legua de fondo[3].
La instalación de españoles en
estas tierras, conformo una nueva lógica espacial: ciudades en forma de damero
(tablero de dama), y extensiones agrícolas anexas. Así se conformo la Ciudad de
Buenos Aires, y se fue ocupando lo que hoy es el conurbano bonaerense con
propiedades de producción agrícola ganadera. Estas chacras o chacaras (voz quechua, desconocida en España pero
ampliamente difundida en Argentina y otros países latinoamericanos, que significa alquería o granja) fueron luego
pasando de mano en mano, ya sea por sucesión o venta.
Tras la ocupación, este
territorio comenzó a pertenecer al Virreinato del Perú (allí se encontraba el
metal precioso deseado por los españoles), por lo que Buenos Aires era un
puerto de segunda categoría, que se utilizaba para el contrabando entre otras
funciones, pero entre 1776 y 1777 el virreinato sería dividido y se crearía el
Virreinato del Río de la Plata, con centro en Buenos Aires, por lo que esta
zona ganaría mayor importancia.
El nuevo dueño de esta zona,
Pedro Gutiérrez, fue tesorero de la Real Hacienda, corregidor y alcalde de
primer voto. Entre 1615 y 1618 fue Teniente General de la Gobernación. Casado
con Mayor Humanides de Molina, fue padre de cinco hijos. Si bien no hay
registros escritos sobre si la familia Gutiérrez habitó la zona o solamente la
usufructuaba como chacra (Los primeros terratenientes vivían en la zona aledaña
al puerto), fueron los primeros en construir una vivienda, en el lugar que hoy
ocupa el Mercado Central de Buenos Aires.
Luego de casi dos siglos de ventas y transferencias,
en el año 1776 compra esta propiedad Martín José de Altolaguirre, quien
provenía de una conocida familia colonial, y era un destacado agrónomo, por lo
que utilizó la chacra para realizar varios experimentos sobre agronomía. En
aquélla época no existían alambrados, por lo que para aprovechar sus tierras,
mandó levantar montículos o tapias de tierra[4] y plantas de cactus. Estas tapias formaban paredes
que dividían su tierra en potreros. Esta innovación hizo que se conociera desde
entonces a la chacra, como “Los Tapiales de Altolaguirre”[5]
Tras la muerte del
matrimonio de Don Francisco Ramos Mejía y María Antonia Segurola de Ramos
Mejía, en 1860 realizan la sucesión y dividen la propiedad entre los 4 hijos
vivos: Marta Ramos Mejía de Madero, Magdalena Ramos Mejía de Elia, Matías Ramos
Mejía y Ezequiel Ramos Mejía. A este último se le adjudico el sector que
conforma Villa Insuperable.
[1] Pico José María, “Los Tapiales”,
Revista Todo es Historia, Director: Félix Luna Nº 239, abril 1987.
[1] Schmidl, Ulrico, “Viaje al Río de la Plata.”, Nuevo Siglo, Buenos
Aires, 1995
[2] Ruy Díaz de Guzmán, “La Argentina”, Estrada, Buenos Aires, 1943.
[3] Mensura Nro. 60, Dirección de Geodesia y Catastro de la Pcia. de
Buenos Aires, 1860.
[4] Tapias: Tierra apisonada en un encofrado que se usa hasta el
siglo XIX, técnica de tradición musulmana traída del sur de España. Moreno
Carlos, Patrimonio de la Producción Rural, Buenos Aires 1998.
[5] Pico, José María, “Los Tapiales”, Revista “Todo es Historia”,
Director: Félix Luna, nro. 239, Abril de 1987
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